Muñecas, tobillos, cintura… completamente inmovilizado en la silla de bondage. Un intento de semireclinarse a una posición cómoda, pero las ataduras no se lo permiten.
La sesión no ha terminado, y el sumiso ya se encuentra atormentado por el dolor de sus articulaciones entumecidas.
Cualquier sesión de castigo, el spanking puro y duro, es preferible a esta sutil tortura. El bondage como tortura. Sus gemidos obligan a amordazarle más fuertemente. Unas nuevas pinzas atenazan sus pezones, hipersensibles por varias horas de juego, y siente sus testículos a punto de estallar por la excitación. Entonces ELLA se acerca con su nueva adquisición, una capucha en cuero auténtico más restrictiva que las que ya conocía, con dos únicos y leves orificios nasales para garantizar la respiración, y un denso acolchado que ajustado con correas sobre su cabeza, le priva de sus sentidos… y acentúa los restantes. Una nueva sensación. Una vibración que recorre su cuerpo… y se acentúa al llegar a sus genitales…
Él se agita como un animal, empuja alzando su miembro en una contradicción de evitar la estimulación y esforzándose en volver a ella. Sus movimientos sólo consiguen aumentar la frustración y el dolor de sus articulación; la impotencia de no ser dueño de sus movimientos, el esfuerzo de controlar su respiración… ¿Cuánta potencia tiene ese vibrador??? O mejor pregunta... Cuánto puede durar????
ELLA ríe. Su carcajada, satisfecha y con un toque de perversión pone los pelos de punta del sumiso, pero no de terror, sino de satisfacción al saber que su padecimiento la hace disfrutar. Pero Ella no desiste. La baba comienza a deslizarse desde su boca amordazada en el interior de la capucha, siente las correas firmes contra su piel, y cree que va a estallar.
Se encuentra a las puertas del orgasmo, pero no tiene claro si ese es el deseo de Ella, y no encuentra modo de pedirle permiso a su Ama. Las sensaciones se agolpan en su cabeza, embargan todo su ser…. ¿tan hermosa es la puerta del infierno? El interruptor se desata, no puede controlarlo y eyacula en una explosión de placer, dolor y humillación… y el único sonido capaz de emitir por su boca es un leve sollozo. La luz ciega su mirada.
Ella le ha liberado de la capucha que le privaba de la vista y el oído, pero cuando quería dirigirle una mirada de gratitud, una sonora y punzante bofetada cruza su mejilla. ¿Te he dado Yo permiso para mirarme? Él agacha la cabeza conocedor de su condición, pero aliviado al saber que pronto ella le liberará, y podrá postrarse a sus pies a cubrirla de veneración. Ahora he terminado contigo, pero tengo otros planes. En unos minutos estarás en el Inversor-Rack...
¿Es el precio del orgasmo?
magnífico, estimulante, estiloso y a la vez intimidante relato señora... enhorabuena y gracias por compartirlo con nosotros.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras! Siempre es un placer compartir mis fantasías con quien quiera leerlas.
ResponderEliminarHe tenido el inmenso privilegio y el enorme placer de probar esa silla de bondage y puedo asegurar que es una tortura, placentera pero tortura a fín de cuentas, el estar atado en ella a entera disposición de Mistress Sharine y a la espera de que Ella haga conmigo lo que le plazca y aunque con el paso de los minutos los músculos se resienten, sin duda que es una experiencia maravillosa...
ResponderEliminarP. D.: Gracias Mistress Sharine por haberme permitido el probarla.
Siempre que quieras!!! y yo encantada de poder desatar mis perversiones en ti.
ResponderEliminarimpresionante, magnifico, no tengo palabras de alago, genial
ResponderEliminarMuchas gracias y un placer recibir tus elogios... y gracias por seguir mis "pensamientos".
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