Los azotes con vara son es un tipo de castigo corporal con bastón o caña, generalmente en las nalgas, palmas de las manos o las plantas de los pies. Era un castigo público común en toda Europa y América del Norte durante muchos siglos, pero ahora ha sido prohibido en la mayoría de los países. Un bastón o caña es una vara larga, generalmente de bambú, malaca, cañas de ratán o alguna planta similar, usada comúnmente como apoyo para el cultivo de plantas, para marcar márgenes de tierra, o como material para manufacturar muebles artesanos.
Los azotes con vara se practicaban como castigo para los menores, pero fue más conocido como método de disciplina en las escuelas. El uso de la caña era habitual en las aulas británicas a lo largo del XIX y la mayor parte del siglo XX.Ahora el canning es una técnica sadomasoquista habitual pero de exigido consenso debido a las altas probabilidades de dejar marcas en la piel. Dicho castigo se aplica comúnmente en las nalgas, con una caña o bastón para el placer erótico mutuo. Se deben aplicar todas las precauciones de seguridad apropiadas.
Los azotes con vara se practicaban como castigo para los menores, pero fue más conocido como método de disciplina en las escuelas. El uso de la caña era habitual en las aulas británicas a lo largo del XIX y la mayor parte del siglo XX.Ahora el canning es una técnica sadomasoquista habitual pero de exigido consenso debido a las altas probabilidades de dejar marcas en la piel. Dicho castigo se aplica comúnmente en las nalgas, con una caña o bastón para el placer erótico mutuo. Se deben aplicar todas las precauciones de seguridad apropiadas.
Importante a tener en cuenta:
Adquirir una caña adecuada, recta y lisa, sin nudos. Ha de tener un grado considerable de flexibilidad, sin ser demasiado rígida ni incontrolable, ambos extremos han de evitarse. No cometer el error de comprar el bambú de un centro de jardinería ya que es totalmente inadecuado para golpear los tejidos blandos, por su inflexibilidad y su facilidad para astillarse. No hay que olvidar, una vez al año, dar un tratamiento de mantenimiento a las cañas, hidratándolas, manteniendo su flexibilidad y puliendo posibles imperfecciones adquiridas. Es imprescindible sellar las cañas con goma, laca, barniz o poliuretano que impedirá absorber fluidos corporales durante el castigo, facilitando así su higienización, o bien que cada sumiso que sea sometido a este tipo de disciplina, posea asignadas sus propias cañas.
Dependiendo del tipo de caña y de su diámetro, la sensación también es distinta para el sumiso, produciendo las de pequeño diámetro un dolor agudo, y las de gran diámetro, “golpe”.
También hay diferentes técnicas de manejo para el/la dominante, desde el golpe único de muñeca, pasando por el movimiento de brazo+muñeca, hasta finalmente llegar al tamborileo continuo de la piel, más habitual en las plantas de los pies. En este último caso, los nervios se comprimen y liberan continuamente, siendo recomendable que dicha consecución de golpes no sean demasiado rápidos, al igual que también es muy importante controlar la temperatura de la sala donde se aplica el castigo. Cuando el castigo es en las nalgas, el sumiso no ha de contraer los glúteos para evitar la acumulación de ácido láctico en los mismos, que es lo que prolongará en el tiempo el dolor, siendo más profundo.
Nunca golpear la rabadilla y la parte posterior de la rodilla. Evitar también el pliegue entre los glúteos y los muslos.
Atención: El castigo con caña puede dejar marcas prolongadas en la piel del receptor, más si no se aplica con los conocimientos adecuados.
Adquirir una caña adecuada, recta y lisa, sin nudos. Ha de tener un grado considerable de flexibilidad, sin ser demasiado rígida ni incontrolable, ambos extremos han de evitarse. No cometer el error de comprar el bambú de un centro de jardinería ya que es totalmente inadecuado para golpear los tejidos blandos, por su inflexibilidad y su facilidad para astillarse. No hay que olvidar, una vez al año, dar un tratamiento de mantenimiento a las cañas, hidratándolas, manteniendo su flexibilidad y puliendo posibles imperfecciones adquiridas. Es imprescindible sellar las cañas con goma, laca, barniz o poliuretano que impedirá absorber fluidos corporales durante el castigo, facilitando así su higienización, o bien que cada sumiso que sea sometido a este tipo de disciplina, posea asignadas sus propias cañas.
Dependiendo del tipo de caña y de su diámetro, la sensación también es distinta para el sumiso, produciendo las de pequeño diámetro un dolor agudo, y las de gran diámetro, “golpe”.
También hay diferentes técnicas de manejo para el/la dominante, desde el golpe único de muñeca, pasando por el movimiento de brazo+muñeca, hasta finalmente llegar al tamborileo continuo de la piel, más habitual en las plantas de los pies. En este último caso, los nervios se comprimen y liberan continuamente, siendo recomendable que dicha consecución de golpes no sean demasiado rápidos, al igual que también es muy importante controlar la temperatura de la sala donde se aplica el castigo. Cuando el castigo es en las nalgas, el sumiso no ha de contraer los glúteos para evitar la acumulación de ácido láctico en los mismos, que es lo que prolongará en el tiempo el dolor, siendo más profundo.
Nunca golpear la rabadilla y la parte posterior de la rodilla. Evitar también el pliegue entre los glúteos y los muslos.
Atención: El castigo con caña puede dejar marcas prolongadas en la piel del receptor, más si no se aplica con los conocimientos adecuados.
Nota: Las imágenes que acompañan esta entrada son ilustraciones obtenidas de la RED.
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